Os cuento, en Tiro, capital de los Fenicios las cosas no estaban bien porque los Persas los acosaban en su frontera oriental y decidieron que de allí partiera una expedición de tirios para colonizar un nuevo territorio que se convertiría en la nueva Tiro. En esa expedición iba Elisa (También llamada Dido), quien sería la reina de aquella nueva ciudad.
Llegaron hasta el norte de África, donde se ubica la actual nación de Túnez y decidieron por la riqueza que ofrecía el lugar, ya que las tierras eran muy fértiles, sin embargo había un problema: esas tierras estaban controladas por un reyezuelo que no estaba dispuesto a perder las tierras y las ganancias que éstas le podrían dar.
Entonces Elisa, que era una mujer muy astuta, habló con este reyezuelo y le pidió que le dejara fundar allí una ciudad a lo que éste se negó porque una ciudad ocupaba más terreno del que él podía ofrecer. Ella le dijo que únicamente necesitarían el espacio que ocupa una piel de toro.
El rey se rió pero aceptó y mandó traer una piel de toro, pero Elisa pidió que les dejaran toda la noche para pensar cuál sería el lugar idóneo para fundar la ciudad. Trajeron la piel de toro y en cuanto cayó la noche Elisa mandó cortar la piel de toro en hebras muy finas, como hilos, y atarlas entre sí.
Cuando llegó el día la reina extendió la larguísima cuerda, que abarcaba un gran terreno y dijo: “como hemos acordado, tan sólo utilizaré el espacio que ocupe una piel de toro” y el rey, engañado tuvo que aceptarlo. Así Elisa, en una piel de toro, fundó Cartago, ciudad que siglos más tarde rivalizaría con la misma Roma y daría personajes como Aníbal Barca.
En fin, espero que os haya gustado.